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Moraban entonces en Jerusalem Judíos, varones religiosos, de todas las naciones debajo del cielo.

Y hecho este estruendo, juntóse la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar su propia lengua.

Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: He aquí ¿no son "alileos todos estos que hablan?

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